“Según las tradiciones orales
rapa nui, Make Make creo el universo
y él, como Creador, estaba fuera. La
Tierra estaba dentro de un huevo
donde el Creador quería experimentar las emociones y los sentimientos,
que si él veía que eran buenos, abriría el huevo
para que afectara a todo el universo…” (Don Benito, sabio de la tradición Rapa
Nui)
Hacía mucho tiempo que teníamos
planeado realizar un viaje de estudio y trabajo a la Isla de Pascua, pero no se
habían dado las condiciones por uno u otro motivo. Es más habíamos recibido
esporádicamente algunos mensajes psicográficos en meditación, procedentes de
los seres extraterrestres haciéndonos saber de la conveniencia de que
realizáramos un viaje hacia esos rumbos. Anteriormente había estado dos veces
en Hanga Roa, capital de la isla y único centro poblado. Habían sido tránsitos
de varias horas, de paso a Australia y a Tahiti. En esas ocasiones había podido
mediante el city tour, acercarme a uno de los centros ceremoniales costeros
llamados “Ahu” (Ahu Tahai), que han sido reconstruidos y que presentan uno de
los pocos “Moais” completos, estatua gigantesca con sus ojos de coral y su
“Pukau” o gorro redondo de escoria roja, que no es otra cosa que un peinado
tipo hongo que se hacían los pascuenses.
Las comunicaciones psicográficas que recibimos a través de la meditación meses
antes, no nos habían hecho ninguna recomendación al respecto, por lo que ni
bien surgió la intención de organizar este viaje a manera de seminario
itinerante conmigo, pensamos que tendría más de turismo que de crecimiento
espiritual. Pero nada más lejos de la realidad que se nos tenía prevista desde
lo Alto.
Fuimos 23 personas de cinco países los que participamos del periplo. Siete
hombres y dieciséis mujeres. La mayoría no se conocía entre sí. Pocos habían
participado de los grupos de contacto, pero la mayoría tenían experiencia de
meditación. Había de todo en este grupo, desde una cirujano plástico, hasta un
psiquiatra asesor de la
Fuerza Aérea en la investigación del fenómeno Ovni; de una de
ama de casa profesora de yoga hasta ingenieros y docentes.
La Isla de
Pascua, también llamada Rapa Nui, “Isla grande” en el idioma rapa nui, posee
otros nombres como Mata Ki Te Rangui, que significa “Ojos que miran al cielo”,
o Te Pito No Te Henúa que se traduce como “El ombligo del mundo”. Se encuentra
como a unos 4000 kms de las costas de Tahiti y a 3,700 kms de Chile. Podríamos
decir que esta en medio de la nada y a mitad de camino de todo. Es uno de los lugares
habitados más aislados del mundo. Un museo al aire libre con cientos de lugares
arqueológicos y monumentos extraordinarios, como los famosos “Moais”, casi 900
en toda la isla.
El nombre de isla de Pascua fue colocado por el holandés Jacob Roggeween que la
descubrió el 5 de abril de 1722, precisamente el día de Pascua de Resurrección.
La isla fue poblada por inmigrantes procedentes de otra isla legendaria llamada
“Hiva” (que vendría a ser una de las Islas Marquesas), siguiendo a su “Ariki” o
rey llamado Hotu Matu´a hacia el siglo IV de nuestra era. El previamente había
sido informado por un vidente llamado Hau Maka de la existencia de una “Tierra
Prometida”, con la que éste chamán había soñado destinada para el rey y su
gente, y cuyo nombre era “Te Pito O Te Caigan Un Hau Maka”, que se traduce como
“El pequeño pedazo de pista de Hau Maka”. Entonces el rey envió a siete
exploradores, quienes siguiendo las corrientes y las estrellas, llegaron
primero. Quedando uno de estos aventureros en la isla, volvieron de regreso los
otros seis para dar cuenta a su rey de la realidad de la visión.
Tiempo después, el Ariki llegó con toda su gente desembarcando en la deliciosa
y acogedora playa de arenas blancas coralinas Anakena, siendo según la
tradición levantados allí los primeros Ahu o plataformas rectangulares
ceremoniales, convirtiéndose aquel lugar en un Tapu, “lugar sagrado”. Hoy se
puede ver reconstruido en el lugar el Ahu Nau Nau, que destaca por la belleza,
elegancia y buen estado de sus Moais con sus Pukaus.
Volviendo al viaje, diré que desde un primer momento se sembró la cordialidad
entre todos los del grupo que abordamos el avión. La gente desbordaba alegría y
entusiasmo, en un vuelo repleto de turistas rumbo a la Polinesia. Fueron
cinco horas de viaje volando a través de un paisaje todo azul, en donde el
cielo se fundía con el color del océano Pacífico, anticipándonos una vivencia
profundamente espiritual.
Al llegar al aeropuerto Mataveri estábamos siendo esperados por la gente de la
agencia de viajes Aku Aku, que significa tanto espíritus protectores como
espíritus que no tienen descanso. Nuestro guía local llamado “Terangi”, que
significa cielo, nos dio la bienvenida como comúnmente suelen hacerlo en la Polinesia, con collares
de flores (pipis), que nos colgaron del cuello. El era un hombre joven y
robusto, muy cordial e inteligente, padre de cuatro hijos.
De inmediato salimos del Terminal aéreo, nos estaban esperando los de la
agencia en un bus acondicionado. Nos fuimos en él las 23 personas hacia nuestro
alojamiento, en el hotel Poike, nombre de uno de los tres volcanes principales
que tienen esta insólita isla triangular, y que curiosamente se encuentran cada
uno de ellos en un vértice del triángulo: Rano Raraku, Mangu Terevaka y el
Poike. La parte más alta de la isla es el Mangu Terevaka con 593 metros de altura.
Para llegar al hotel debimos atravesar todo el pueblo de Hanga Roa, único
poblado que posee esta pequeña isla habitada por cerca de 4,000 personas, y de
casi 180 kms cuadrados. Como eran muy pocas las calles, rápidamente estábamos
en las afueras de la población y allí encontramos nuestro cómodo y espacioso
hospedaje.
Después de acomodarnos y saludar a la dueña del establecimiento, señora Carmen
Cardinali, mujer delgada y afable, aprovechamos para irnos caminando a la
playa, distante unos cinco minutos de allí, encontrándonos con el Ahu Tahai,
centro ceremonial compuesto por tres altares, viviendas, fogones, gallineros y
un impresionante embarcadero, todo él restaurado en 1968. Allí después de
recorrerlo y fotografiarlo, aprovechamos en hacer nuestra primera meditación.
Seguimos luego por las calles del pueblo. Por la tarde hicimos unos
conversatorios compartiendo lo que sabíamos de la isla, recordando que la
sociedad rapanui, estaba gobernada por el Ariki, quien era considerado
descendiente del primer rey y emparentado con los dioses, y que estaba dividida
en tribus y con clases muy estratificadas. Cada tribu ocupaba una zona de la
isla, siempre con franja costera y tierra cultivable en el interior. La mayor
parte de la población vivía en el interior, donde se encontraban las áreas de
los cultivos. En los Ahu se veneraba a los ancestros. Estos Ahu estaban
compuestos de una plaza rectangular con un pavimento y una plataforma sobre un
talud, con muros de lozas de piedra, donde después eran colocados los moais.
Comentamos cómo hasta ahora sólo eran conjeturas la explicación del para qué y
el por qué de los moais, así como que seguía siendo un misterio, cómo hicieron
para desplazarlos y repartirlos por toda la isla.
Lo que es muy comentado por todos en
Hanga Roa, y lo reiteró luego Terangui, es que la Isla sufrió en pequeño lo que
hoy esta ocurriendo en nuestro mundo, una sobrepoblación y una profunda crisis
de destrucción del medio ambiente y agotamiento de los recursos naturales, que
los llevó a terribles guerras en donde llegaron incluso al canibalismo y a la
casi extinción de la población. Estas guerras trajeron la destrucción de la
mayoría de los Ahu y el derribamiento de los moais. Se dice que es en esa época
que surge el ceremonial del “Tangata Manu” o “Hombre pájaro”, en donde
representantes de los diversos clanes o tribus debían enfrentar una tremenda
prueba de valor y de resistencia, bajando los acantilados del Rano Kau,
introducirse en el mar y remar en una pequeña balsa hasta los pequeños islotes
de Motu Iti, Motu Nui y Motu Kao Kao distantes como 4 km de la costa, para recoger
el primer huevo del “Manutara” o pájaro fragata, señal de la llegada de la
primavera. El éxito permitía al jefe del clan, no al participante, que sólo era
un representante, ser el nuevo Ariki, portador del mana, o poder ancestral
paranormal.
Es poco lo que se conoce de las tradiciones de los rapa nui, aunque algo nos ha
llegado a través de los relatos de los navegantes europeos que llegaron hasta
allí, algunos de los cuales sumados a los que vinieron del continente, se
portaron terriblemente mal con los isleños, violando, saqueando y
esclavizándolos para que trabajaran en las islas guaneras del Perú. Esta continua
agresión entre los siglos XVIII y XIX llevaron hasta allí la viruela, la
tuberculosis, la sífilis y cuanta enfermedad que terminó de diezmar a los
remantes de la población, reduciéndola al mínimo.
Todo esto llevo a que se extinguiera la clase sacerdotal y la nobleza,
perdiéndose el recuerdo y el conocimiento de la escritura jeroglífica
pascuense, algo único en la Polinesia. Posteriormente
las mismas tablillas de esta escritura “Rongo rongo”, fueron quemadas por los
misioneros católicos franceses, quedando muy pocas en la actualidad.
Tal como aparece y se lee en el Museo de la población de Hanga Roa, en 1888,
Chile consiguió la firma del tratado de anexión de la isla, por lo que la
población nativa, representados por Atamu Tekena, quedaron bajo la soberanía chilena.
Pero los isleños quedaron prisioneros en su isla, sin poder moverse de ella y
sin derechos de ciudadanía, y con sus tierras dadas por el gobierno chileno en
concesión a extranjeros que trajeron ganado que terminó de depredar las
tierras, siendo obligados a emplearse gratuitamente sin derecho a pago alguno.
Ahora se respiran nuevos aires en Rapa Nui. Poco a poco los isleños van
recuperando el control y la autonomía, y se va haciendo justicia, aunque ésta
haya llegado tarde.
Caminamos por la playa y allí nos encontramos con la maestra del Liceo, quien
al enterarse quien era yo, y conociéndome de la televisión, me comentó sobre el
deseo suyo de que hubiese la posibilidad de darles una conferencia a gente de
la isla, lo cual acepte con gusto. Ellos quedaron en avisarme.
Luego en la noche, durante la cena seguimos conversando e intercambiando
experiencias, acordando iniciar juntos nuestras meditaciones a las siete de la
mañana todos los días, para lo cual el grupo entero se reuniría en una de las
habitaciones. Y así lo hicimos con constancia y dedicación, logrando con los
días el apoyo en comunicaciones canalizadas de los hermanos mayores.
El segundo día de nuestra llegada, día domingo, fuimos todos a la misa que se
celebra en la iglesia de Hanga Roa en idioma rapa nui. Fue una experiencia muy
espiritual y de profundo recogimiento, además del exotismo porque fue
enteramente en el idioma nativo. Terminada la celebración, recorrimos con
nuestro guía Terangui nuevamente el Ahu Tahai, con todas las explicaciones
históricas a cargo de él. Nos mostró en el sitio las características de los
Ahu, y una Hare-Paenga (casa bote) donde vivían los sacerdotes y también, los
Hare-Moa (los gallineros), que son unos edificios estrechos, de piedras
amontonadas con una sola entrada pequeñita. Luego seguimos camino en el bus
hacia el otro lado de la isla , para conocer una zona donde los Ahu están muy
arruinados y los moais, todos caídos. Allí empezó una lluvia pertinaz que nos
llevó a refugiarnos en el bus, y luego en el interior de una cueva, en una
bella caleta rocosa.
A la hora del almuerzo nos dirigimos a las faldas del Rano Raraku, volcán que
guarda en su interior una laguna de agua dulce llena de plantas acuáticas de
totora, y que fuera la cantera principal de los moais. Después de un importante
refrigerio, partimos hacia el volcán observando en el camino, algunos moais
acostados, dejados a uno y otro lado del camino por sus escultores. Fue
impresionante observar la variedad de estilos y tamaños entre los moais que se
encuentran erguidos en las paredes exteriores del talud volcánico. En éste
volcán han quedado cerca de 396 esculturas distribuidas en su interior y
exterior. Incluso en la canteras llegamos a observar el moai más grande, que
llega a medir 21.60
metros de largo y pesar casi 182 toneladas de peso. En
el lugar nuestro guía nos explicó lo que normalmente suele decirse, de que los
moais representan a los ancestros ya muertos que destacaron o a los jefes
fundadores de las tribus y los clanes, y que estos eran deificados. Para esto,
las tribus les pagaban a los talladores con alimentos, manteniendo a los
escultores en las canteras hasta que terminaban el trabajo. Y que la mayoría de
moais no terminados o ubicados era por la falta de pago…Algo que nos sonaba
poco creíble.
Un detalle interesante es que las estatuas poseen la cabeza aplanada y los
lóbulos de las orejas deformados y alargados, dos detalles propios de las
culturas sudamericanas. Y que los pobladores estaban divididos en “orejas
largas” y “orejas cortas”, utilizando los términos Hanau eepe para unos y Hanau
momoko para los otros. Haciendo un ejercicio de memoria recordemos que entre
los incas estaban los Hanan y los Urin, los de abajo y los de arriba; y que los
nobles solían tener las orejas muy largas, de allí el término “orejones”.
¿Habrá alguna relación entre la palabra “Hanau” del rapa nui con el término
“Hanan” de los incas?
No pudimos continuar por las laderas del volcán porque estaba barroso, así que
visitamos una estatua muy extraña, única en la isla de un hombre arrodillado y
sentado sobre sus piernas. Era de un estilo muy similar a los de la
civilización Tiahuanaco. Se le llama moai Tukuturi, y mide más de tres metros y
medio de altura, por uno y medio de ancho. Estuvimos largo rato observándolo.
Se parecía tanto a estatuas similares que hay en Tiahuanaco (Bolivia), y tan
diferente del resto que inmediatamente uno comienza a pensar que hay cosas que
cada vez menos, encajan de ésta historia. De allí volvimos al bus y nos
dirigimos al Ahu Tongariki, que esta al pie del volcán Poike, el más viejo de
la isla, con tres millones de años de existencia. En el lugar nos encontramos
con una espectacular plataforma ceremonial con quince moais gigantescos de
entre sesenta y setenta toneladas cada estatua. Este monumento fue reconstruido
porque en el pasado fue barrido y destruido por el mar durante el tsunami de
1960. Desde éste lugar teníamos una vista impresionante del Rano Raraku.
Nuestro guía nos explicó que las estatuas colosales habían sido diseñadas para
permanecer de pie, sin uso alguno de anclajes o mortero. Según la tradición se
decía que los moai caminaban desde las canteras hasta su ubicación en los
distintos Ahu, gracias al mana o poder de los Ariki. Pero en lo que más
enfatizó Terangui fue en el preparado del suelo como rampa de deslizamiento, y
luego la utilización de troncos para irlas moviendo. Este consumo forestal para
la construcción monumental, y la costumbre de incinerar los muertos habría
contribuido a la devastación de la flora y vegetación isleña.
En Tongariki aprovechamos en disfrutar la belleza del paisaje y del monumento,
regresando por la tarde al hotel. En la noche luego de la cena nos quedamos
conversando en el hotel, con personas del aeropuerto de Mataveri quienes
enterados por el Dr. Mario Dussuel de nuestra llegada, estaban interesados en
intercambiar experiencias de avistamientos en la isla con experiencias vividas
y conocidas por mí.
El día Lunes luego de nuestra meditación mañanera, hicimos una visualización
donde nos proyectamos al Rano Raraku, encontrándonos allí con seres vestidos de
blanco que nos explicaban la naturaleza del lugar y de todo cuanto allí había
ocurrido. En los comentarios posteriores, surgió la idea que allí había sido
depositado algo muy importante, sumergiéndose en la laguna del volcán. Una
imagen que se repetía era la de seres extraterrestres de aspecto reptiloide
deportados a nuestro mundo, ubicados precisamente en esa isla y en ese volcán.
Y que quienes poblaron la isla actuaron como guardianes, reemplazando a los
guardianes extraterrestres, pero esa misma energía oscura enquistada en el
lugar, los habría tratado de destruir.
Después del desayuno nos dirigimos bajo un hermoso cielo azul y con un
creciente calor hacia Vinapu, en el extremo del volcán Rano Kao, de unos dos
millones y medio de años de antigüedad, muy cerca del aeropuerto de Mataveri.
En el camino conocimos en la ladera de un pequeño cono volcánico, una cantera
de obsidiana, vidrio volcánico empleado para hacer toda clase de utensilios,
pero fundamentalmente cuchillos, puntas de flecha y puntas de lanza. Ni bien
entramos por en medio de un frondoso grupo de guayabos que crecen de forma
natural en el lugar, comenzamos a subir la colina, cuando Maria Ester Dublé ,
brillante organizadora del viaje y amiga entrañable, se percató de la
existencia en el suelo de unos pequeños extraños círculos concéntricos en el
pasto, como de unos treinta a cincuenta centímetros de diámetro, un grupo de
cinco y luego un poco más arriba un grupo de tres y luego uno de dos. Para nada
se podían confundir con nidos de insectos o efecto del ganado. La explicación
que nos dio el guía es que podían ser los efectos de estacas que alguna vez
fueron colocadas en el lugar, cosa que no podía ser de ninguna manera, ya que
alrededor de los círculos, el pasto había desaparecido, y en los círculos el
pasto estaba cortado a ras, y el resto eran pastizales altos.
Vueltos al bus llegamos al final de la pista del aeropuerto, descendimos la
ladera de la montaña, y llegamos al Ahu Vinapu, donde nos encontramos con una
plataforma donde los moais están caídos sobre el Ahu. Pero la plataforma misma
estaba compuesta de inmensas piedras talladas primorosamente al mismísimo
estilo de los monumentos incas del Cusco. Era tan evidente la similitud que
hasta destacaban en la pared, pequeñas piedras encajadas, como parches que
completaban perfectamente la dinámica del muro. Nos pusimos entonces todos en
la muralla para hacer una práctica de dermóptica, para captar a través del
tacto y de la frente, la historia grabada en el lugar, apareciendo al cabo de
unos minutos en que mantuvimos la respiración lenta y profunda, en nuestra
pantalla mental la imagen de que aquel era un templo del sol de manufactura
inca, y que la isla fue visitada por los incas, tal como lo refieren cronistas,
cuando hacen mención a viajes mar adentro en la época del inca Túpac Yupanqui.
Los incas habrían sido algunos de los distintos grupos humanos que habitaron la
isla, sólo que finalmente sus gentes fueron exterminadas allí, y sus vestigios
sumergidos en el mar de donde vinieron. Aunque su influencia quedó marcada en
el lugar. Es curioso también que según los cronistas, cuando Atahualpa se hizo
del poder, uno de sus orejones le aconsejó que quemara cantidad de tablillas de
madera de la época de su abuelo Túpac Yupanqui, donde estaba grabada la
historia, pero no se especifica de qué historia se esta hablando.
El templo habría sido reciclado, tal como se veía en los extremos del mismo,
donde las curvaturas de la piedra trataron de ser ocultadas con nuevas piedras
de diferente calidad de trabajo.
Después de la práctica que fue acompañada de algunas mantralizaciones de la
palabra “Zin-Uru” (llave), procurando aperturar una conexión con otras
dimensiones, comparamos aquel muro con el del otro Ahu cercano, notándose la
diferencia abismal de calidad y diseño. Lo que también confirmaba la posible
conexión inca era que uno de los moais caídos sobre el Ahu, había roto la
plataforma, dejando evidente la existencia de una habitación subterránea de lo
que habría sido el templo. Algo que no existía en los demás Ahus.
Me parecía muy curioso que éste templo se encontrara a pocos cientos de metros
de la cabecera de pista del actual aeropuerto. Pero eso lo tomé como mera
coincidencia.
En el otro Ahu cercano y más rústico, se hallaba una extraña estatua doble a
manera de un falo, con brazos laterales, que suele relacionarse con una estatua
doble o más bien femenina.
De Vinapu nos dirigimos hacia el Rano Kau, por lo que luego de volver paralelos
a la pista del aeropuerto, bordeamos el mar y empezamos a subir al cráter en el
bus, pudiendo tener desde allí, una vista extraordinaria y panorámica de gran
parte de la isla. Hasta que llegamos al espectacular cráter del volcán, que
tiene un kilómetro de diámetro, y un lago de agua dulce en su interior del que
se extrae el agua para la población de Hanga Roa. Sobre el borde del acantilado
y el cráter se encuentra la aldea ceremonial de Orongo, donde hay 53 casas de
piedra y cerca de mil petroglifos del hombre pájaro y el dios Make make. En el
lugar uno tiene una vista única de un mar violento y profundo, así como de los
Motu o pequeñas islas donde se realizaba el ritual y competencia del Tangata
Manu para conseguir el huevo del Manutara. Nos explicaron en el lugar los diseños
de las casas hechas de piedras lajas, algunas en forma de embarcaciones, con
una pequeñísima entrada central que protegía del viento y el frío a sus
moradores.
Fuimos luego caminando hacia un punto magnético aconsejados por Terangi, que es
el vértice del triángulo que forma el Rano Kau con los otros volcanes y la
forma misma de la isla. Allí hicimos un trabajo con pirámides de luz violeta y
el real tiempo del universo, el cual fue intensamente vivido por todos los
participantes.
Terminado nuestro trabajo nos dirigimos a la zona de los petroglifos, y luego
de gozar contemplando el paisaje y tratando de interpretar las imágenes que
allí se encontraban, nos regresamos. Y fue en la salida, en la caseta de los
guardabosques, que uno de ellos me reconoció de haberme visto en la televisión
y me contó delante de otros compañeros, que ellos habían encontrado en una
cueva poco accesible, unos restos óseos humanos el doble de grandes de los de
una persona normal. Es más, los cráneos eran como peras invertidas y rostros
anchos. Según esta persona eran de extraterrestres de alguna manera confinados
en la isla.
Y que ellos no querían revelar el
hallazgo ni dar a conocer la ubicación por temor de que desaparezcan. Esta
confesión fue una revelación extraordinaria que iba confirmando las
percepciones que veníamos teniendo.
El origen de los hombres pájaro podría estar relacionado con el mismo elemento
inspirador en Egipto, de los dioses y semidioses de procedencia extraterrestre.
Curiosamente en Rapa Nui se le llama Ra´a al sol, y en Egipto Ra.
Por la tarde recorrimos la población de Hanga Roa, y en cada lugar donde
entraba ya fuese éste una bodega, negocio de artesanías, o tienda de
comestibles terminaba conversando con los pobladores quienes me contaban sus
experiencias de avistamientos.
El día Martes hicimos la meditación continuando con una visualización en donde
nos veíamos a nosotros mismos bajando los acantilados del Rano Kao, en
dirección a los Motu para recoger el huevo del Manutara, teniendo varios de los
presentes una serie de percepciones o imágenes mentales muy claras e intensas,
con cantidad de símbolos. Debido a la vibración alcanzada por el grupo se pudo
recibir comunicación y luego de leerla, la comentamos.
Ese día partimos para Puna Pau que es el pequeño cráter volcánico de escoria
roja de la que se fabricaban los Pukaus, pudiendo encontrar cantidad de estos
gorros terminados sin ser trasladados, y otros a medio hacer. Durante el camino
y a lo largo de varios días, pudimos ver cantidad de arcoiris, todos ellos muy
bellos. De Puna Pau fuimos conducidos hacia Anakena, la playa de arenas blancas
coralinas rodeada de hermosas palmeras que retratan la imagen clásica
polinésica. Aquí se encuentran los primeros Ahu que recuerdan la llegada de
Hatu Matu´a . Uno de ellos presenta un solo moai muy antiguo y extraño,
mientras que el otro, el mejor conservado de los dos es el Ahu Nau Nau, donde
los moais están en muy buen estado, conservando sus pukaus y se les puede ver
en sus espaldas símbolos de pájaros que dan la impresión de la llave del Ank
egipcia. Detrás del Ahu, y como parte del muro que lo contiene, hay piedras de
gran tamaño colocadas algunas de forma tan desordenada, que hay hasta la cabeza
de un moai en la pared. Una de las piedras del muro tiene una talla en alto
relieve donde aparece el hombre lagarto, que según las leyendas nos dijo
Teranghi, vinieron a ser los primeros pobladores de la isla, lo cual nos
confirmaba nuestras percepciones y visualizaciones.
En ese momento aprovechamos para darnos un agradable relax bañándonos en las
tibias y tranquilas aguas cristalinas del mar.
En la noche nos fuimos a impartir la conferencia en la casa taller artístico de
la señora Carmen Aredondo en Hanga Roa, pudiendo explayarme en muchos aspectos
del contacto extraterrestre, y escuchando las experiencias de los pascuenses.
La conferencia la di gratuitamente como una deferencia a la cordialidad y
hospitalidad de los rapanui. Y quienes más lo disfrutaron fueron los jóvenes
adolescentes y niños presentes, quienes se maravillaban con todo lo que
contaba.
El Miércoles después de la meditación y del desayuno nos fuimos a conocer la
cueva de los plátanos o también llamada “Ana Te Pau”, que es un sistema de
cavernas donde aprovechando la humedad se han creado microclimas para el cultivo
de diversas especies garantizando la alimentación de la población. Estas cuevas
son tubos de lava que han servido para acumular agua de lluvia. Se extienden
por centenares de metros por debajo de la isla. El recorrerlas fue una
experiencia por demás interesante, y hasta meditamos en la total oscuridad de
las profundidades de uno de los túneles. De este lugar seguimos para el Ahu
Akivi o también llamado de los siete moais, que representan a los siete
exploradores de Hatu Matu´a, y son los únicos que están de frente, mirando
hacia la costa. Aquí Víctor González, miembro de nuestro grupo, tomó una
fotografía al paisaje que después permitió ubicar la presencia de una nave en
el cielo.
Por la noche nos fuimos a la fiesta polinesia, un espectáculo cultural de
danzas y cantos en el hotel principal de la población, allí conocimos al ballet
Kari Kari que interpretaron toda suerte de bailes y destrezas que nos
asombraron y maravillaron a todos. Realmente había estado en estos espectáculos
en Tahiti, pero no podían compararse con la maravilla de éste ballet digno de
cualquier teatro del mundo.
El jueves meditamos en la mañana incluyendo siempre alguna visualización, y
después de desayunar nos dirigimos de nuevo al Rano Raraku, para ingresar en su
interior, debido a que la vez anterior por la lluvia, nos habíamos quedado solo
en las paredes exteriores. Así que subimos por la rampa por donde en el pasado
bajaban los moais extrayéndolos del interior del volcán. Una vez dentro, vimos
la magnífica laguna de agua dulce llena de totora que cubre el cráter. Luego
seguimos por senderos de montaña por una espesa vegetación hacia las partes
altas del cráter para conocer de cerca las canteras interiores. Fue
extraordinario contemplar una nueva variedad de estatuas y diseños. Estuvimos
largo rato en el lugar. No daba ganas de marcharse de allí por su misterio, y
encanto. No se sentía temor ni rechazo en el lugar, todo lo contrario, para ser
un sitio donde era entrada hacia muchos secretos y misterios del pasado, más
bien se le sentía cautivante y acogedor.
Del Rano Raraku seguimos camino hacia el Ahu de Te Pito Te He Nua, donde se
encuentra la piedra redonda ceremonial del ombligo del mundo, donde hicimos
ejercicios de dermóptica para sentir los latidos del corazón cristal del planeta.
Aunque muchos lo que percibimos fue una forma similar a la piedra cayendo del
cielo, pero no precisamente un meteorito. Esta piedra me hizo recordar la vez
que fuimos al oráculo de Delfos en Grecia, donde la pitonisa llamada la Pytia, se sentaba sobre la
piedra del “Onfalos”, u ombligo del mundo para dar a conocer sus profecías.
De allí nos fuimos a la playa de Ovahe que se encuentra dentro de un cono
volcánico, un lugar hermoso de aguas cristalinas y arenas blancas, donde nos
bañamos y disfrutamos de una hermosa tarde.
En la noche nos reunimos en el pueblo con don Benito Alarcón, hombre sabio,
viudo de la última de las chamanas de la isla, doña Esperanza, descendiente
ella según Benito, también de los seres de Orión, del hermano Rojo y Negro. El
nos recibió generosamente en su casa, donde pudo extenderse en sus comentarios
sobre los misterios de la isla, y cómo estos se relacionan con el contacto
extraterrestre, comentándonos él mismo sus experiencias de contacto con un
hermano mayor.
Hubo un momento que me pidió que le comentara lo que yo sabía y había captado
en la isla. Aprovechando de esa invitación, así lo hice, y no sólo no me
corrigió sino que apoyó las afirmaciones, completando él la información,
diciéndonos que según las tradiciones orales rapa nui, que Make Make creo el
universo y que el, como Creador, estaba fuera. Y que la Tierra estaba dentro de un
huevo donde el Creador quería experimentar las emociones y los sentimientos, y
que si él veía que eran buenos, abriría el huevo para que afectara a todo el
universo, lo que me hizo relacionarlo con la información del real tiempo del
universo y el tiempo alernativo, así como de los distintos universos y
dimensiones.
Según Don Benito, Make Make le ordenó
a Pao´a o He Pao´a, que era un mazo, que rompa el huevo y liberara la emoción y
el sentimiento al universo. Pero éste no vino ante el llamado divino. El
universo había sido oscuridad durante mucho tiempo (¿Estancamiento evolutivo?).
El único planeta azul era la
Tierra (¿el único con esperanza de crecimiento espiritual
sostenido?), aquí se imprimió la emotividad de Dios. Los océanos eran sus
lágrimas de alegría.
El creador hizo que cayeran o llegaran 14 huevos a Hiva. Eran siete masculinos
y siete femeninos, pero no germinaban. Entonces Make Make se ve a si mismo
reflejado en el agua de una calabaza, y sorprendido con su imagen, crea al
hombre.
Nos habló que antes de la llegada del rey Hatu Matua estaba Uoke en la isla, un
gran espíritu que se había rebelado, y que había sido exiliado aquí. El cual de
inmediato lo relacionamos con Satanel. También nos comentó de una terrible
guerra en el cielo y otra en la isla, y de la conexión con la Lemuria. Dijo él
entre otras cosas, que si la isla se portaba bien, esto afectaría positivamente
al planeta. Y que el problema sería que la isla pudiera pasar a otra dimensión,
abriendo un portal y perdiéndose. Que Rapa Nui era el ombligo del mundo, por
las energías que se irradiaban de allí al mundo.
Si bien Don Benito hablaba con mucha energía y entusiasmo, se le veía que
sentía o tenía gran dificultad para decir lo que nos decía. Rápidamente pasaba
de un tema a otro, dándonos sólo pequeñas piezas sueltas, aparentemente
inconexas, que terminábamos de unir en nuestra mente, porque inmediatamente nos
evocaba a la mente la película de lo que ya sabíamos.
El día Viernes hicimos nuestra acostumbrada meditación de las siete de la
mañana, y aprovechamos para recibir comunicación donde se nos instaba a no
dejar de hacer la salida que ya se había anticipado en los anteriores mensajes,
y dirigirnos en la noche al volcán Poike. Después de desayunar abordamos el bus
y recorrimos la cueva de Ana Kai Tangata, un lugar volcánico donde las olas del
mar revientan con gran violencia, pero produciendo espuma con una belleza
estremecedora. En esta caverna hay pinturas rupestres del Tangata Manu y del
Manutara de gran belleza y colorido. Allí meditamos con mantralizaciones. Luego
seguimos hacia el vivero de Mataveri donde se encuentran las especies nativas
de flora típica pascuense, algunas de las cuales han sido rescatadas del
continente o de Tahiti, y devueltas. Luego seguimos por el pueblo de Hanga Roa
con el guía, terminando en el museo antropológico Padre Sebastián Englert,
donde existen unas 1,500 piezas arqueológicas, que representan el legado
cultural de la isla. El museo fue fundado en 1973, y posee una importante
colección de fotografías, así como de paneles explicativos y una biblioteca con
3,000 publicaciones. En un extremo, en un local anexo esta la exposición de la
expedición noruega de Thor Heyerdahl y un moai único en su género, que se
piensa sería femenino, aunque su rostro es como el de un pájaro o un reptil con
cresta, estilo triceratopo. Y que fue encontrado en excavaciones, porque estaba
enterrado a mucha profundidad en los cimientos de la plaza ceremonial del Ahu
Tahai.
Por la tarde volvimos en dirección a la playa de Anakena, deteniéndonos en el
camino para contemplar un fenómeno al parecer magnético, aunque hay quienes
piensan que es sólo una ilusión óptica, que es que en una cuesta se dejó la
movilidad (bus) en neutro y con el motor apagado, y a pesar de que estábamos en
una aparente cuesta , el bus empezó a acelerarse y a subir solo. Realmente era
muy extraño, y sabemos que no es el único lugar en el planeta en donde pasa
algo así. Posteriormente, ya de regreso en Santiago, tuve la oportunidad de
recibir un hermoso regalo de Rosita Calaf, virtuosa pintora, y una de nuestras
compañeras de viaje, que consistía en un extraordinario libro del escritor
español Antonio Ribera, de una expedición que realizó en los años setentas a la
isla, y en donde él describe precisamente que pudieron medir la zona norte de la Isla de Rapa Nui, detectando
que es una de las de mayor perturbación magnética en el mundo. Precisamente
donde nos encontrábamos experimentando con el bus, así que no era ilusión
óptica.
En Anakena hicimos un repaso de lugar y disfrutamos de unas horas de playa,
aunque nos cayó una lluvia violenta pero pasajera cuando ya nos
retirábamos.
Hicimos tiempo para que llegara las 9 p.m. para salir en el bus en dirección
del Poike, siguiendo la invitación que nos habían hecho los Hermanos Mayores
del Cosmos. Y llegado el momento nos embarcamos y partimos, terminando por
ubicarnos a los pies del Ahu Tongariki, a un lado de las faldas del Poike.
Nuestro guía Teranghi nos había contado anteriormente, que los Hanau eepe u
“orejas largas” habían sido exterminados, siendo quemados vivos por los Hanau
momoko u “orejas cortas” durante las guerras tribales, y la última gran batalla
se había librado en una trinchera que estaba a un lado del Poike. Esto
finalmente me persuadió, por una cuestión de vibración, de ir al lado opuesto
donde están los moais, siempre a los pies del volcán como pedían los mensajes.
Allí aprovechamos para mirar un cielo como pocas veces se contempla en la vida.
Se veía claramente el brazo espiral de la galaxia, de la Vía Láctea, en toda su
plenitud sobre los gigantescos moais. Al cabo de un rato parecía que las
estrellas salían de detrás de los moais.
Personalmente me pasó que hubo un momento en que sentí claramente, que algo
gigantesco y redondo, aunque no visible se había ubicado encima de nosotros,
pero a muy baja altura, así se lo manifesté a los demás. Meditamos en aquel
lugar, a pesar de los fresco del ambiente, y hasta hicimos una irradiación con
siembra de una esfera de luz en la que envolvimos a los ángeles caídos,
depositando la esfera dentro del cráter del Rano Raraku. Y es curioso, pero el
chofer y el guía de la agencia que se encontraban en el bus, como a unos
quinientos metros de nosotros en la total oscuridad de la noche, sin saber
ellos lo que nosotros estábamos haciendo, fueron testigos de un resplandor
dentro del cráter y de una esfera de luz que descendió allí mientras nosotros
estábamos trabajando.
Como a eso de las once de la noche apareció un objeto brillante sobre el Poike
lanzando flashes luminosos y subiendo y bajando, pero solo de arriba abajo. En
ese momento otro objeto apareció en dirección opuesta. Y basto que aparecieran
ambos objetos para que se iniciara una lluvia de estrellas con objetos
luminosos como meteoritos cruzando de un lado a otro por montones.
Quedamos muy contentos porque sentimos y contemplamos el apoyo, así como la
confirmación de las comunicaciones.
Al día siguiente cuando ya íbamos al aeropuerto, don Mario Villalobos del
aeropuerto de Mataveri, nos fue a despedir personalmente al pie del avión
trayendo collares de conchas marinas de despedida, confirmándonos que ellos
mismos en el aeropuerto, habían observado desde allí uno de los dos objetos en
la noche.
Fuimos y volvimos de la isla, pero algo muy profundo e intenso nos trajimos con
nosotros, y algo muy fuerte se quedó allá, algo que quizás nos haga volver
pronto…
Comunicación:
23-05-06
Hotel Poike, Hanga Roa.
Antena: Tell-Elam
Sí, somos vuestros hermanos guías en
misión. Sabemos donde se encuentran, y que la vida los reúne para sembrar
paz y reconciliación en ese lugar, y desde allí, al mundo. Cuanto más trabajen
entre ustedes y con ustedes la apertura de conciencia, la sensibilidad, la
sintonía y la visión interna, tanto mejor será el grado de actuación que podrán
desplegar, y tanto más intensa la irradiación que conseguirán hacia éste mundo,
laboratorio de la humanidad. Todo esta en ustedes sólo tienen que activar el
recuerdo para poder actuar a conciencia y en la plenitud de su potencialidad.
Aquí vinimos en el pasado remoto, con una carga pesada para todos, y desde aquí
visitamos muchos otros lugares del planeta, advirtiendo del peligro de que se
desviaran de su propósito. Fue éste un lugar de paso de varios pueblos,
atraídos por la energía poderosa aquí depositada. Aquí, en un lugar tan pequeño
y en medio de la nada, estaba todo dicho y expresado en símbolos interpretables
por todas las civilizaciones, y desde aquí también salieron muchos misioneros
para recorrer los distintos rincones del mundo llevando un mensaje, un
conocimiento y una labor.
Este es un centro muy poderoso en donde las energías pueden armonizar o
desequilibrarlo todo. Por ello manténganse en armonía, porque lo que se logra
aquí, afecta al planeta.
Estamos atentos y pendientes de ustedes. Si se sensibilizan nos verán, porque
estamos más cerca de lo que piensan. Hagan una salida para ello.
Con amor Sampiac.
Los nombres cósmicos consultados son:
Vally Tollini = Yunlay
Carlos Reátegui: Arakam
Comunicación:
25-05-06
Hotel Poike, Hanga Roa
Antena: Tell-Elam
Sí, somos vuestros hermanos guías en
misión. Vayan tal y como han pensado hacer a esa salida al campo. Déjense guiar
y trabajen intensamente en elevar la vibración, ello os permitirá ver y sentir
que no están aquí por casualidad sino para atar cabos, y para recibir
confirmaciones. Estén atentos porque todo les esta hablando, desde el clima
hasta las piedras. La gente les dará respuestas, por lo que abran bien los ojos
y afinen el oído.
Todo lo que se os va develando estaba previsto. Este es el tiempo del tiempo,
cuando todo se va aclarando y los velos se van descorriendo para todo corazón
que con pureza de intención llega a ubicarse en el lugar y en el momento
correcto. Ustedes debían estar en este lugar, y en éste tiempo para actuar y
relacionar el conocimiento trasmitido.
Aún se les tienen reservadas sorpresas. Verificarán nuestro apoyo.
Con amor Sampiac.
Comunicación:
26-05-06
Lugar: Hotel Poike, Hanga Roa
Antena: Tell-Elam
Sí, somos vuestros hermanos guías en
misión. Reúnanse en dirección al volcán Poike esta noche, allí completarán la
información del por qué han venido, y para que están aquí.
Los vigilantes y guardianes pascuenses entregarán simbólicamente la posta de su
vigilancia al resto de la humanidad despierta a través de ustedes. Vayan
asumiendo que esto significa responsabilidades mayores, por cuanto de ahora en
adelante no podrán descuidar su preparación.
En el lugar, al pié del volcán Poike no sólo miren al cielo, también miren
hacia adentro, habrá testigos de los testigos, confirmando lo previsto, lo
trabajado y lo intenso que ha sido este viaje.
Con amor Sampiac.