Lo primero que comparto con el grupo es el conocimiento sobre los siete cuerpos del ser humano, tal como lo concebían los antiguos egipcios. Ellos creían que cada persona poseía siete cuerpos, y esa misma estructura se reflejaba en la arquitectura de sus templos, que estaban divididos en siete partes, representando cada uno de estos niveles de existencia:
1️⃣ El Khat (cuerpo físico): Representado por las esfinges ubicadas en la entrada de los templos.
2️⃣ El Ka (cuerpo astral o emocional): Simbolizado por los obeliscos y estandartes que se alzan frente a los templos.
3️⃣ El Khaibit (la sombra o personalidad): Reflejado en los pilonos, esas imponentes estructuras trapezoidales que marcan la entrada.
4️⃣ El Ab (el corazón o centro de consciencia): Representado por el primer patio del templo, un espacio abierto pero rodeado de columnas.
5️⃣ El Ba (el alma o la memoria de vidas pasadas): Se asocia con la sala hipóstila, con su bosque de columnas de piedra que evocan la eternidad.
6️⃣ El Akh (el espíritu iluminado): Se encuentra en el santuario donde se resguardaba el naos, el tabernáculo sagrado que albergaba reliquias como el Arca de la Alianza Egipcia. Antes que los hebreos, los egipcios ya poseían sus propias arcas con figuras aladas que protegían su sabiduría oculta, como la diosa Isis.
7️⃣ El Sahu (la esencia divina): Representado por una pequeña celosía en la parte superior del templo, por donde en un momento específico del día ingresaba un haz de luz, simbolizando la conexión con lo divino.
Este profundo conocimiento y su representación en los templos egipcios es lo que comparto con el grupo al inicio del viaje, permitiéndoles conectar con la sabiduría ancestral y comprender la trascendencia del ser humano más allá del cuerpo físico.
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