Cuatro tipo de personas:
“…Volví a
cerrar los ojos, apareciendo la imagen en mi mente de alguien vestido de negro,
parado delante mío; esa figura fue desapareciendo y ocupó su lugar, otra de un
ser de vestidura reluciente, que se encontraba detrás de la primera y que me
llamaba a seguirle. Salí rápidamente en un desdoblamiento extraordinariamente
consciente e involuntario, en el cual seguí a este ser que me llevó a unas
rocas en lo alto del cerro. Me miro a los ojos y compartió estos pensamientos
conmigo:
"Hay
cuatro clases de personas frente al camino espiritual. Los primeros son los que
aún no han despertado a la necesidad de beber el agua del manantial de la vida.
Aquéllos aún tienen sed del agua viva, de la única agua que les podría saciar
todas sus necesidades; estas personas viven en el mundo y para el mundo, aman
aquella cárcel dorada que se han creado y
que el sistema les asigna como cuota frente a su voluntaria inconsciencia.
Estas personas tienen un dios y muchos dioses, creados a su imagen y a la
medida de sus necesidades. No tienen más necesidad que de su fuerza para
sobrevivir como aves rapaces en la jungla de la civilización o como roedores
que escarban entre las sobras de los reyes de este mundo. Evadirán una y mil
voces la responsabilidad de descubrirse como seres humanos para no tener que
apartarse del fango de sus bajos instintos en los que se revuelcan como cerdos
cebados que algún día irán al matadero. Estos primeros, atados al plano
repetirán en otros mundos el ciclo que no supieron aprovechar por haber
rechazado la oportunidad que éste les brindó para definirse.
Hay un
segundo grupo de personas que ya despertó a la necesidad de encarar su camino
espiritual, pero están tan oprimidos por el sistema y por sus bajas pasiones,
por aquellas manifestaciones del ego que les impide tomar su propio compromiso
de realizarse, que se limitan a cuestionar a otros sin comprometerse ellos. Son
aquéllos que buscan a alguien que pueda garantizarles un desarrollo seguro, sin
riesgo alguno, son los seguidores de mil y un grupos, pero son incapaces de
sacrificar nada. Si hay alguien que esté dispuesto a vivir y morir por ellos, a
ése le seguirán y hasta lo ayudarán a morir. Estos están caminando en círculo,
porque aún no han desarrollado la capacidad de encarar sus errores, de
aceptarlos y menos aún de superarlos; no saben perdonar, pues tendrían que
empezar por ellos mismos y darse una oportunidad.
Este grupo de
personas, busca todavía colmar sus deseos a los que falsamente denominan vivir el amor.
El tercer
grupo es el que conforman aquéllos que continuamente se equivocan, de aquéllos
que tropiezan por tomar iniciativas y por plantearse seriamente con prioridad
un camino de decisiones, buscando en una u otra forma, sinceramente la luz,
pero allí donde se puede hallar, dentro de uno y en relación con el prójimo.
Este tercer
grupo insiste tercamente una y otra vez, levantándose por encima de sus
desalientos, porque ya han desarrollado la capacidad de perdonar. Son éstos los
que a golpes aprendieron a aceptar y amar a cada cual, tal como es. Este tercer
grupo posee una gran virtud y es la perseverancia, porque en la aventura
espiritual sólo esta garantizado el triunfo del que llegue hasta el final. Hay
aún mucha oscuridad y uno tendrá que golpearse mucho antes de que pueda andar
definitivamente en la luz. Estas personas ya empezaron a morir a sí mismos,
pues son conscientes de su tarea de abrir camino con el ejemplo.
El cuarta
grupo es aquel que lo forman aquellos que murieron a sí mismos por el amor;
aquellas que crucificaron el egoísmo y negaron su vinculación con el mundo y el
imperio de los sentidos. Sólo cuando nuestro amor sea más grande que nuestro
apego a la vida, recién allí aprenderemos a vivir, pero plenamente y ya no
necesitaremos pedir del agua viva, pues seremos como manantiales inagotables de
una belleza sin igual. . .”.
Fragmento
extraído del libro “Los Guías Extraterrestres” de Sixto Paz Wells
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