Guía del Camino Interno
"Si dejas que tu ser se lance hacia regiones oscuras,
tu cuerpo gana la batalla y él domina. Entonces brotaran sensaciones y
apariencias de espíritus, de fuerzas, de recuerdos. Por allí se desciende más y
más. Allí están el Odio, la Venganza, la Extrañeza, la Posesión, los Celos, el
deseo de permanecer. Si desciendes más aún, te invadirá la Frustración, el Resentimiento
y todos aquellos ensueños y deseos que han provocado ruinas y muertes a la
humanidad.
"No elijas esa senda que esta arreglada con seducción
como una trampa.
"Si, en cambio, impulsas a tu ser en dirección luminosa,
encontraras resistencia y fatiga a cada paso. Esta fatiga del ascenso tiene
culpables. Tu vida pesa, tus recuerdos pesan, tus acciones anteriores impiden
el ascenso.
"Esta escalada es difícil por acción de tu cuerpo
que tiende a dominar.
"Tu cuerpo debe ser observado y tu mente volar hacia
los espacios luminosos.
"En los pasos del ascenso se encuentran regiones
extrañas de colores puros y de sonidos no conocidos. "No huyas de la
Purificación que actúa como el fuego y que horroriza con sus fantasmas.
"Rechaza el sobresalto y el descorazonamiento.
"Rechaza el deseo de huir hacia regiones bajas y seguras.
"Rechaza el apego a los recuerdos.
"Queda en libertad interior con indiferencia hacia
el ensueño del paisaje, con resolución en el ascenso.
" La luz pura clarea en las cumbres de la gran cadena
montañosa hacia mesetas y praderas cristalinas. "No temas la presión de la
luz que te aleja de su centro cada vez más fuertemente, absórbela como si fuera
un liquido o un viento. En ella ciertamente esta la vida.
"Cuando en la gran cadena montañosa encuentres la
ciudad escondida, debes conocer la entrada. Pero esto lo sabrás en el momento
que tu vida sea transformada. Sus enormes murallas están escritas en figuras;
están escritas en colores, están sentidas. En esa ciudad se guarda lo hecho y
lo por hacer. Pero a tu ojo interno es opaco lo transparente.
"Si, los muros te son impenetrables. "Toma la
Fuerza de la ciudad escondida. "Vuelve al mundo de la vida densa con tu
frente y tus manos luminosas."
Esta fue una de tantas claves que se empezaron a recibir
en todo el mundo, multiplicándose los aportes de gente que investigaba
siguiendo sus propias intuiciones y relacionando sus hallazgos con lo recibido
durante el proceso de Rama.
Unos compañeros de España, por ejemplo, habían
descubierto en una fotografía de una plancha de oro hallada en las Cuevas de
los Tayos, en el Ecuador, gran cantidad de símbolos a manera de un alfabeto
similar al utilizado por los Guías, idénticos a los usados en los cantos de los
coros gregorianos y a los encontrados en unas tablillas de piedra en la
necrópolis de Meroe en el Sudan.
En la década de los sesenta, los custodios indígenas del
territorio jíbaro entregaron al sacerdote salesiano Carlos Crespi unas planchas
de oro y plata cuyos símbolos tienen la peculiaridad de pertenecer a notas
musicales antiguas.
Los cantos gregorianos, también llamados cantos llanos,
fueron propios de la liturgia cristiana y el germen de la futura música
occidental. En el siglo IV San Ambrosio estableció el primitivo canto litúrgico
católico, llamado canto ambrosiano, mismo que fue unificado con la música de
los primeros cristianos y con el sistema musical griego en el siglo VI por San
Gregorio. El canto gregoriano, cuyo vestigio mas antiguo esta en la cultura
sumeria, es un canto monódico, silábico, colectivo, anónimo y vocal, sin
acompañamiento de instrumentos, de ritmo libre y carente de rigidez métrica.
El propósito de los cantos gregorianos era armonizarse
con la vibración primordial que todos tenemos en la columna vertebral, por lo
que es de carácter vibratorio. Los monjes de aquella época requerían menos
horas de sueño, lo cual sugiere su efecto relajante.
La clave de estos cantos es la respiración, de allí que
los símbolos utilizados, que reciben el nombre de "neumáticos",
indican como elevar o bajar la voz. Las tonalidades son menores, en tanto que
el intervalo entre fa y sí estaba prohibido por considerarse que
alteraba el organismo; se le llamaba "el diablo en la música". De ese
tiempo data el sí bemol, más suave y menos estridente.
El Monasterio de Silos, en España, enseña con el rigor de
la Antigüedad el canto gregoriano en ese país. Se encuentra en la provincia de
Burgos, curiosamente en el meridiano 3°33'.
Durante el culto se observa que tanto el sacerdote como
el coro y la asamblea realizan cantos diferentes, como estableciendo un diálogo. Asimismo cada grupo se sitúa en un lugar especifico dentro del templo.
El canto gregoriano debe ser interpretado y dirigido
desde el corazón, pues si sólo se utiliza la técnica no se obtienen los
resultados previstos. Se pueden comprobar ampliamente los beneficios de este
canto, no solo para quien lo canta sino también para quien lo escucha. En una
observación externa se puede ver que calma el sistema nervioso, creando un
clima de alta espiritualidad y alejando el estrés. Pero esto tiene un
significado más profundo, que es el de sentir el movimiento energético que produce
y que equilibra los chakras.
Todo lo anterior hace pensar que los Anales de la
Historia de la Humanidad están escritos en un lenguaje musical que funcionaría
como un "¡Ábrete sésamo!" o como un nombre cósmico, una especie de mantra o clave vibratoria que abre la puerta del conocimiento. Entonces, el
Libro de los de las Vestiduras Blancas no tendría que ser leído sino cantado.
Otra investigación nos llevó a la conclusión de que tres
de las cavernas que guardan el Libro de los de las Vestiduras Blancas se hallan
cerca y enlazadas entre sí; una de ellas es la Cueva de los Tayos, otra el
Paititi, y la tercera se encontraría en Brasil.
Las informaciones recibidas nos motivaron a consultar a
los Guías. Los mensajes señalaron la necesidad de realizar un viaje hacia Los
Tayos. La responsabilidad recaería sobre los grupos del Ecuador, país donde la
Misión siempre había sido vivida con gran entusiasmo y compromiso.
Desde el momento mismo en que se decidió organizar el
viaje hacia la selva amazónica, se empezó a investigar para analizar, discernir
y unir las piezas sueltas del rompecabezas que nos permitiera interpretar el
sentido profundo de la tarea encomendada. La posibilidad de que se realizara un
contacto interdimensional en la Cueva de los Tayos produjo gran expectativa, lo
cual entusiasmaba a todos. Las pautas dadas por los Hermanos Mayores, así como
los sueños, las visualizaciones y la bibliografía que se tuvo a disposición
desde ese momento funcionaron como una perfecta brújula.
Para la preparación física se elaboro un programa
general de ejercicios de resistencia y fuerza muscular, entre otros. La
preparación espiritual la llevo a cabo cada quien de manera individual, siguiendo
los principios contenidos en el manual de Misión Rama, Evolución Camino al
Infinito.
La Cueva de los Tayos esta ubicada en las faldas
septentrionales de la Cordillera del Cóndor, a la orilla derecha del río
Coangos, afluente del río Santiago, dentro de la jurisdicción territorial de la
provincia de Morona Santiago. Se trata de una zona de terreno sumamente
quebrado, cubierta originalmente por la selva tropical húmeda.
La entrada más conocida se encuentra a 78°13' de longitud
oeste y a 3°05' de latitud sur, a una altitud aproximada de 800 metros sobre
el nivel del mar y 200 metros sobre el río Coangos, localizándose a unos dos
kilómetros al oriente de su curso. No se conoce la extensión total de la cueva,
pero la zona explorada alcanza unos 4.9 kilómetros, aunque se habla de una
longitud de hasta 7 kilómetros. Su profundidad oscila entre los 60 y 186
metros, tomando como referencia de nivel la boca de acceso a la misma.
La cueva recibe este nombre porque es la morada de una
gran cantidad de pájaros nocturnos llamados tayos o guacharos (Stetornis
Caripensis). Estas aves, y de manera peculiar sus pichones, son muy apreciados
por los nativos shuar, debido a la gran cantidad de grasa que contienen y por
su carne.
En realidad la caverna está constituida por un conjunto de galerías y cámaras subterráneas de variadas dimensiones y formas,
comunicadas entre sí, que tienen hasta 300 metros de ancho por 50 de alto, así
como angostos y sinuosos pasadizos de un metro de altura, aberturas varias,
riachuelos y cascadas. Está excavada en una secuencia litológica sedimentaria,
conformada por calizas de diferentes espesores intercaladas con areniscas y
argilitas. Se accede a ella por una chimenea en forma de embudo irregular, de
62 metros de profundidad, cuya anchura máxima es de dos metros, lo que hace
indispensable disponer de algún artificio como cuerdas, poleas, winchas o
escaleras.
La noticia más antigua de su existencia procede del
general ecuatoriano Víctor Proaño, asentada en un informe remitido en 1860 al
presidente García Moreno.
Otra tiene su origen en el libro de viajes del doctor
Enrique Festa. Este italiano fue testigo de la recolección de polluelos de
tayos.
En 1967 Juan Moricz, nacido en Hungría y nacionalizado
argentino, una persona muy culta con notables conocimientos de geología,
astronomía y esoterismo, descendió a la caverna en varias ocasiones,
permaneciendo en su interior por varios días. Dentro observó objetos de piedra
y metal de distintos tamaños y colores, así como láminas de metal grabadas. El
21 de julio de ese año Moricz se presentó en la Cuarta Notaría del Cantón de
Guayaquil, con el propósito de dar fe de su hallazgo en los registros
públicos. En la escritura afirmaba haber encontrado una biblioteca antiquísima
en planchas de metal.
En julio de 1976 arribaron a la cueva expediciones
británico-ecuatorianas, contando con la participación, según los informes, de
figuras de renombre como Neil Amstrong. Hasta la fecha se desconoce el
resultado de tales expediciones.
La presencia del hombre desde tiempos antiguos con fines
mágico-rituales está respaldada por la evidencia arqueológica de artefactos de
cerámica, concha y piedra encontrados en el interior de la gruta por los
arqueólogos de la Universidad Católica de Quito. En los informes se señalan
edades radiométricas cuya antigüedad va más allá del año 1000 antes de Cristo.
En su búsqueda, Pablo Herrera, Pedro Santillán y Guido
Herrera, del grupo de contacto de Quito, llegaron a Cuenca para dar con el
destino de las planchas entregadas al Padre Crespi. Se entrevistaron con el
gerente del Banco Central de Cuenca, el cual indicó que, en efecto, habían
recibido de los salesianos gran parte de la colección arqueológica, pero que
esta había sido vendida a coleccionistas particulares porque muchas de las
piezas eran de metal repujado y carecían de valor histórico. Allí terminó la
huella del archivo que los shuar quisieron proteger del pillaje...."
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