Para una única acción existen miles de intenciones, para un verdadero Sol en la Tierra siempre es la mejor. Nunca nos quedemos con la acción vayamos a la intención para estar precavídos. 💎💎💎💎💎💎💎

domingo, 5 de enero de 2020

Guía del Camino Interno- El umbral secreto- Sixto Paz Wells


                            
                           Guía del Camino Interno


 "Por el camino interno puedes andar oscureci­do o luminoso. Atiende a las dos vías que se abren ante ti.
"Si dejas que tu ser se lance hacia regiones os­curas, tu cuerpo gana la batalla y él domina. Enton­ces brotaran sensaciones y apariencias de espíritus, de fuerzas, de recuerdos. Por allí se desciende más y más. Allí están el Odio, la Venganza, la Extrañeza, la Posesión, los Celos, el deseo de permanecer. Si desciendes más aún, te invadirá la Frustración, el Re­sentimiento y todos aquellos ensueños y deseos que han provocado ruinas y muertes a la humanidad.
"No elijas esa senda que esta arreglada con se­ducción como una trampa.
"Si, en cambio, impulsas a tu ser en dirección lu­minosa, encontraras resistencia y fatiga a cada paso. Esta fatiga del ascenso tiene culpables. Tu vida pesa, tus recuerdos pesan, tus acciones anteriores impiden el ascenso.
"Esta escalada es difícil por acción de tu cuerpo que tiende a dominar.
"Tu cuerpo debe ser observado y tu mente volar hacia los espacios luminosos.
"En los pasos del ascenso se encuentran regiones extrañas de colores puros y de sonidos no conocidos. "No huyas de la Purificación que actúa como el fuego y que horroriza con sus fantasmas.
"Rechaza el sobresalto y el descorazonamiento. "Rechaza el deseo de huir hacia regiones bajas y seguras.
"Rechaza el apego a los recuerdos.
"Queda en libertad interior con indiferencia ha­cia el ensueño del paisaje, con resolución en el ascenso.
" La luz pura clarea en las cumbres de la gran ca­dena montañosa hacia mesetas y praderas cristalinas. "No temas la presión de la luz que te aleja de su centro cada vez más fuertemente, absórbela como si fuera un liquido o un viento. En ella ciertamente esta la vida.
"Cuando en la gran cadena montañosa encuen­tres la ciudad escondida, debes conocer la entrada. Pero esto lo sabrás en el momento que tu vida sea transformada. Sus enormes murallas están escritas en figuras; están escritas en colores, están sentidas. En esa ciudad se guarda lo hecho y lo por hacer. Pero a tu ojo interno es opaco lo transparente.
"Si, los muros te son impenetrables. "Toma la Fuerza de la ciudad escondida. "Vuelve al mundo de la vida densa con tu frente y tus manos luminosas."

Esta fue una de tantas claves que se empezaron a recibir en todo el mundo, multiplicándose los apor­tes de gente que investigaba siguiendo sus propias in­tuiciones y relacionando sus hallazgos con lo recibido durante el proceso de Rama.
Unos compañeros de España, por ejemplo, habían descubierto en una fotografía de una plancha de oro hallada en las Cuevas de los Tayos, en el Ecua­dor, gran cantidad de símbolos a manera de un alfa­beto similar al utilizado por los Guías, idénticos a los usados en los cantos de los coros gregorianos y a los encontrados en unas tablillas de piedra en la necrópolis de Meroe en el Sudan.
En la década de los sesenta, los custodios indígenas del territorio jíbaro entregaron al sacerdote salesiano Carlos Crespi unas planchas de oro y plata cuyos símbolos tienen la peculiaridad de pertenecer a notas musicales antiguas.
Los cantos gregorianos, también llamados can­tos llanos, fueron propios de la liturgia cristiana y el germen de la futura música occidental. En el siglo IV San Ambrosio estableció el primitivo canto litúrgico católico, llamado canto ambrosiano, mismo que fue unificado con la música de los primeros cristianos y con el sistema musical griego en el siglo VI por San Gregorio. El canto gregoriano, cuyo vestigio mas an­tiguo esta en la cultura sumeria, es un canto mo­nódico, silábico, colectivo, anónimo y vocal, sin acompañamiento de instrumentos, de ritmo libre y carente de rigidez métrica.
El propósito de los cantos gregorianos era ar­monizarse con la vibración primordial que todos tenemos en la columna vertebral, por lo que es de carácter vibratorio. Los monjes de aquella época re­querían menos horas de sueño, lo cual sugiere su efecto relajante.
La clave de estos cantos es la respiración, de allí que los símbolos utilizados, que reciben el nombre de "neumáticos", indican como elevar o bajar la voz. Las tonalidades son menores, en tanto que el inter­valo entre fa y estaba prohibido por considerarse que alteraba el organismo; se le llamaba "el diablo en la música". De ese tiempo data el sí bemol, más suave y menos estridente.
El Monasterio de Silos, en España, enseña con el rigor de la Antigüedad el canto gregoriano en ese país. Se encuentra en la provincia de Burgos, cu­riosamente en el meridiano 3°33'.
Durante el culto se observa que tanto el sacer­dote como el coro y la asamblea realizan cantos diferen­tes, como estableciendo un diálogo. Asimismo cada grupo se sitúa en un lugar especifico dentro del templo.
El canto gregoriano debe ser interpretado y dirigido desde el corazón, pues si sólo se utiliza la técnica no se obtienen los resultados previstos. Se pueden comprobar ampliamente los beneficios de este canto, no solo para quien lo canta sino también para quien lo escucha. En una observación externa se puede ver que calma el sistema nervioso, creando un clima de alta espiritualidad y alejando el estrés. Pero esto tiene un significado más profundo, que es el de sentir el movimiento energético que produce y que equilibra los chakras.
Todo lo anterior hace pensar que los Anales de la Historia de la Humanidad están escritos en un len­guaje musical que funcionaría como un "¡Ábrete sésamo!" o como un nombre cósmico, una especie de mantra o clave vibratoria que abre la puerta del conocimiento. Entonces, el Libro de los de las Vesti­duras Blancas no tendría que ser leído sino cantado.
Otra investigación nos llevó a la conclusión de que tres de las cavernas que guardan el Libro de los de las Vestiduras Blancas se hallan cerca y enlazadas en­tre sí; una de ellas es la Cueva de los Tayos, otra el Paititi, y la tercera se encontraría en Brasil.
Las informaciones recibidas nos motivaron a consultar a los Guías. Los mensajes señalaron la ne­cesidad de realizar un viaje hacia Los Tayos. La res­ponsabilidad recaería sobre los grupos del Ecuador, país donde la Misión siempre había sido vivida con gran entusiasmo y compromiso.
Desde el momento mismo en que se decidió or­ganizar el viaje hacia la selva amazónica, se empezó a investigar para analizar, discernir y unir las piezas sueltas del rompecabezas que nos permitiera inter­pretar el sentido profundo de la tarea encomendada. La posibilidad de que se realizara un contacto interdimensional en la Cueva de los Tayos produjo gran expectativa, lo cual entusiasmaba a todos. Las pautas dadas por los Hermanos Mayores, así como los sueños, las visualizaciones y la bibliografía que se tuvo a disposición desde ese momento funcionaron como una perfecta brújula.
Para la preparación física se elaboro un pro­grama general de ejercicios de resistencia y fuerza muscular, entre otros. La preparación espiritual la llevo a cabo cada quien de manera individual, si­guiendo los principios contenidos en el manual de Misión Rama, Evolución Camino al Infinito.
La Cueva de los Tayos esta ubicada en las faldas septentrionales de la Cordillera del Cóndor, a la orilla derecha del río Coangos, afluente del río Santiago, dentro de la jurisdicción territorial de la pro­vincia de Morona Santiago. Se trata de una zona de terreno sumamente quebrado, cubierta original­mente por la selva tropical húmeda.
La entrada más conocida se encuentra a 78°13' de longitud oeste y a 3°05' de latitud sur, a una alti­tud aproximada de 800 metros sobre el nivel del mar y 200 metros sobre el río Coangos, localizándose a unos dos kilómetros al oriente de su curso. No se conoce la extensión total de la cueva, pero la zona ex­plorada alcanza unos 4.9 kilómetros, aunque se habla de una longitud de hasta 7 kilómetros. Su profundi­dad oscila entre los 60 y 186 metros, tomando como referencia de nivel la boca de acceso a la misma.
La cueva recibe este nombre porque es la morada de una gran cantidad de pájaros nocturnos llamados tayos o guacharos (Stetornis Caripensis). Estas aves, y de manera peculiar sus pichones, son muy apreciados por los nativos shuar, debido a la gran cantidad de grasa que contienen y por su carne.
En realidad la caverna está constituida por un conjunto de galerías y cámaras subterráneas de varia­das dimensiones y formas, comunicadas entre , que tienen hasta 300 metros de ancho por 50 de alto, así como angostos y sinuosos pasadizos de un metro de altura, aberturas varias, riachuelos y cascadas. Está excavada en una secuencia litológica sedimentaria, conformada por calizas de diferentes espesores inter­caladas con areniscas y argilitas. Se accede a ella por una chimenea en forma de embudo irregular, de 62 metros de profundidad, cuya anchura máxima es de dos metros, lo que hace indispensable disponer de algún artificio como cuerdas, poleas, winchas o escaleras.
La noticia más antigua de su existencia procede del general ecuatoriano Víctor Proaño, asentada en un informe remitido en 1860 al presidente García Moreno.
Otra tiene su origen en el libro de viajes del doc­tor Enrique Festa. Este italiano fue testigo de la recolección de polluelos de tayos.
En 1967 Juan Moricz, nacido en Hungría y na­cionalizado argentino, una persona muy culta con notables conocimientos de geología, astronomía y esoterismo, descendió a la caverna en varias ocasio­nes, permaneciendo en su interior por varios días. Dentro observó objetos de piedra y metal de distin­tos tamaños y colores, así como láminas de metal grabadas. El 21 de julio de ese año Moricz se presentó en la Cuarta Notaría del Cantón de Guayaquil, con el propósito de dar fe de su hallazgo en los re­gistros públicos. En la escritura afirmaba haber en­contrado una biblioteca antiquísima en planchas de metal.
En julio de 1976 arribaron a la cueva expedicio­nes británico-ecuatorianas, contando con la partici­pación, según los informes, de figuras de renombre como Neil Amstrong. Hasta la fecha se desconoce el resultado de tales expediciones.
La presencia del hombre desde tiempos antiguos con fines mágico-rituales está respaldada por la evi­dencia arqueológica de artefactos de cerámica, con­cha y piedra encontrados en el interior de la gruta por los arqueólogos de la Universidad Católica de Quito. En los informes se señalan edades radiométricas cuya antigüedad va más allá del año 1000 antes de Cristo.
En su búsqueda, Pablo Herrera, Pedro Santillán y Guido Herrera, del grupo de contacto de Quito, llegaron a Cuenca para dar con el destino de las planchas entregadas al Padre Crespi. Se entrevistaron con el gerente del Banco Central de Cuenca, el cual indicó que, en efecto, habían recibido de los sale­sianos gran parte de la colección arqueológica, pero que esta había sido vendida a coleccionistas particu­lares porque muchas de las piezas eran de metal repu­jado y carecían de valor histórico. Allí terminó la huella del archivo que los shuar quisieron proteger del pillaje...."

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